viernes, 1 de agosto de 2014


¿Cómo nace la Bioética?

El origen del término corresponde al oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter. 
En 1970 en un artículo publicado en la revista de la Universidad de Wisconsin "Perspectives in Biology and Medicine" y cuyo título ostentaba por primera vez dicho término: "Bioética: la ciencia de la supervivencia".

 

Potter entiende la Bioética como la parte de la biología que se ocupa de emplear los recursos de las ciencias biológicas de modo que se obtenga, con su uso correcto, una mejor calidad de vida.

Entendía que la separación entre el avance cientifico y la reflexión humanistica era cada vez más grande, por lo que había que tender un puente entre ambas. 

Por ello, su libro se llama: "Bioética, un puente hacia el futuro"





Un poco de humor acerca de la Bioética





La Bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre biología, medicina, política, derecho, filosofía y teología. 
A continuación un video relacionado al tema



Existen muchos libros de Bioética, en ésta ocasión les recomendamos “Dilemas de Bioética” donde se presentan una serie de ensayos que te llevan a la reflexión, abordando temas de actualidad como células troncales, estatus ontológico y ético del embrión humano y la ética frente a los animales. La coordinadora de éste esfuerzo es Juliana González Valenzuela y es editado por el Fondo de Cultura Económica.

Para saber otros títulos, puedes consultar la página http://dialnet.unirioja.es/servlet/listalibrosporcoleccion?codigo=225



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Construyendo la bioética
Un poco de historia de la bioética
1. En 1927, un teólogo protestante, Fritz Jahr, utiliza por primera vez el término ‘bioética’, al titular con ese término un artículo que publica en la revista Kosmos: “Bio-Ethica: Una revisión de las relaciones éticas de los humanos con los animales y las plantas” en donde sugiere considerar a todo ser vivo como un fin en sí  mismo y tratarlo como tal en la medida de lo posible. El sentido de esta expresión es que animales y plantas merecen respeto, y que al igual que hombres y mujeres tienen que considerarse como fines.

2. En 1971 Tanto Potter como el “Instituto Kennedy para el estudio de la reproducción humana y bioética” usaron el vocablo Bioética, independientemente uno del otro; pero el mérito de haber acuñado el término y haberla usado por primera vez, es del bioquímico  Rensselaer van Potter, en su artículo publicado en el otoño de 1970 “Perspectivas en Biología y Medicina”; poco tiempo después el artículo “Bioética” en la revista Bio-ciencia y finalmente, en enero de 1971, en el libro “Bioética: puente hacia el futuro”.

3. Potter concibió la bioética como una nueva disciplina, que combinaría los conocimientos biológicos (bio) con el conocimiento de los sistemas de valores humanos (ética). La nueva disciplina debería construir un puente entre estas dos culturas, la cultura de las ciencias naturales y la cultura de las humanidades, superando la brecha que existe entre ellas. Un diálogo entre dichas ciencias parece imposible, pero es inaplazable, porque lo que está en juego es la supervivencia de la especie humana en este planeta, así como la de las naciones y de las culturas.

4. La visión de la bioética que se desarrolla en Georgetown, en un contexto universitario interdisciplinario, es distinta de la de Potter. Hellegers, el principal responsable de la fundación Kennedy hace de la bioética una rama de la ética ordinaria, aplicada al reino de la medicina. Los estudiosos del Instituto Kennedy centraron su atención en los problemas biomédicos, más cercanos a la vida cotidiana y a las preocupaciones de la gente, al menos en los años 70 y 80: la relación personal médico paciente, la ética de la experimentación, el aborto, la ética del final de la vida, los trasplantes de órganos, etc.

5. Sin embargo, se puede constatar una convergencia entre la visión de Potter y la de Hellegers, en cuanto al llamado enfoque “global” de la nueva disciplina. La bioética debería ser una ética para el bien de todo el planeta y debería ocuparse de todas las cuestiones en el ámbito de las ciencias de la vida, tanto biomédicas como ambientales.

Factores que contribuyeron al nacimiento de la bioética
6. La transformación científica: el alumbramiento de la nueva medicina. En la segunda mitad del siglo XX, las ciencias médicas han tenido un desarrollo extraordinario, un crecimiento explosivo de la medicina.

7. Los cambios culturales y políticos. En la década de los 60 floreció un conjunto de movimientos que tendían a la búsqueda de una nueva cultura, basada en la libertad, la justicia y la igualdad. Los movimientos pacifistas en estados Unidos, los movimientos de liberación política y económica en el Tercer Mundo, cuestionamiento del establishment, las protestas estudiantiles, una desconfianza hacia las instituciones. La bioética no se puede entender si prescindimos de ese fermento cultural. El nacimiento de la bioética no se hubiera dado sin el contexto de esa nueva cultura de la autonomía y de la igualdad.

8. Los abusos en la investigación científica. Para comprender el nacimiento de la moderna bioética, podemos comenzar esta historia con los horrores de los experimentos realizados por los científicos de la época nazi. La exposición pública de dichos abusos e el juicio de Nuremberg, al finalizar la segunda guerra mundial, estimuló el deseo de impedir que se repitieran situaciones semejantes. El llamado Código de Nuremberg abrió el camino a la formulación de normativas más precisas para proteger la integridad de los sujetos humanos en la experimentación biomédica.

Pero también en Estados Unidos salió a la luz pública una serie de investigaciones científicas moralmente problemáticas. Probablemente el más conocido y cruel de todos sea el tristemente famoso estudio de Tuskegee. El experimento comenzó en 1932 y continuó hasta 1972, cuando la prensa nacional se enteró y lo dio a la publicidad. La toma de conciencia sobre esta problemática dio origen a lo que se podría llamar un comité nacional de ética, con la tarea de llevar a cabo una amplia investigación que identificara los principios éticos fundamentales para la orientación de la investigación biomédica con sujetos humanos. La Comisión trabajó desde 1975 hasta 1978. Como fruto de ese trabajo se identificaron tres principios fundamentales: respeto por las personas, beneficencia y justicia, contenidos en famoso Informe Belmont, publicado en 1979.

9. Interés por la ética normativa.  Muchos filósofos insatisfechos con la esterilidad de la meta-ética a la que se limitaba la filosofía del neo-positivismo lógico, y deseosos de contribuir a los inquietantes problemas sociales y políticos de la época, como la igualdad social y la guerra de Vietnam, comenzaron a interesarse en la ética normativa. Uno de los primeros filósofos en interesarse por los temas de lo que vendría a ser la bioética fue Hans Jonas.

Una definición de Bioética

10. Una definición o caracterización podría ser: la bioética es el estudio sistemático e interdisciplinar de las acciones del hombre sobre la vida humana, vegetal y animal, considerando sus implicaciones antropológicas y éticas, con la finalidad de ver racionalmente aquello que es bueno para el hombre (actual), las futuras generaciones y el ecosistema. La bioética tiene muchos ámbitos de estudio entre los que se pueden señalar tres: la bioética fundamental, la bioética especial y la bioética clínica o bio-jurídica:

Otro punto importante es el de Principios y reglas en Bioética

11. Los principios son más generales que las reglas y sirven para justificarlas. Las reglas quedan especificadas en los contextos y son más restrictivas en su alcance. Los cuatro principios fundamentales son:
Principio de respeto de la autonomía: la autonomía personal se refiere a la capacidad que tienen las personas para autodeterminarse, libres tanto de influencias externas que las controlen, como de limitaciones personales que les impidan hacer una genuina opción.

Principio de no-maleficencia: afirma, esencialmente, la obligación de no hacer daño intencionalmente. Se suele relacionar con la máxima hipocrática del “primum non nocere” (lo primero es no causar daño).

Principio de beneficencia: La beneficencia positiva nos obliga a obrar benéficamente a favor de los demás. La beneficencia en el sentido de utilidad nos obliga a contrapesar los beneficios y los inconvenientes estableciendo el balance más favorable posible.

Principio de Justicia: La justicia tiene que ver con lo que es debido a las personas, con aquello que de alguna manera les pertenece o les corresponde. Cuando a una persona le corresponde beneficios o responsabilidades en la comunidad, estamos ante una cuestión de justicia. El principio formal de justicia  (o igualdad) es la fórmula: “casos iguales se deben tratar igualmente y casos desiguales se deben tratar desigualmente”.

Por lo que toca a las reglas, pueden justificarse ya sea en un solo principio o en la combinación de varios. Ellas son las reglas de veracidad, privacidad, confidencialidad y fidelidad. Esta es la teoría que ha representado el punto de referencia obligado de los teóricos de la bioética y fue propuesta por Tom. L. Beuchamp y James F. Childress en 1979, asumiendo los principios  fundamentales del Informe Belmont de 1978.

12. En otro contexto como el latinoamericano, sobre el mismo tema de principios y reglas, encontramos la contribución de Manuel Atienza  en el artículo “Juridificar la bioética”. Su propuesta se puede entender a partir de dos premisas básicas: la aceptación de un objetivismo moral (que no es lo mismo que el absolutismo moral) y una ordenación de principios primarios y secundarios.

En cuanto a la primera premisa; no parece haber inconveniente en aceptar que se puede lograr un consenso profundo con respecto a las necesidades básicas que demanda cualquier ser humano – para nuestro caso, en materia  de salud y medicina- y que tales necesidades  no son objeto de negociación, ni de acuerdos mayoritarios, ni sujetas a los valores culturales de una comunidad. También estaremos de acuerdo con que las exigencias de satisfacción de tales necesidades es una condición necesaria para el ejercicio de la autonomía personal; que los hombres tienen derecho a no ser dañados en sus intereses vitales y tienen el deber de no dañar a los demás al impedir la satisfacción de sus necesidades básicas o de sus intereses vitales, y que la consideración igualitaria de las personas en sus exigencias de cuidado y de salud supone el rechazo de cualquier trato discriminatorio por razones de sexo, raza, convicciones religiosas, etc. En síntesis, los principios normativos de autonomía, beneficencia, no-maleficencia e igualdad no se construyen arbitrariamente, ni se proponen dogmáticamente, sino que se levantan sobre la aceptación de un dato cierto: el reconocimiento y la exigencia de satisfacción de las necesidades básicas.

13. Atienza propone considerar los siguientes cuatro principios normativos: autonomía, dignidad, igualdad e información. Estos principios responden a las siguientes preguntas: a) ¿quién debe decidir (el enfermo, el médico, los familiares, el investigador?); b) ¿qué daño y qué beneficio se puede (se debe) causar?; c) ¿Cómo debe tratarse a un individuo en relación con los demás? Y d) ¿qué se debe decir y a quién? Ahora bien, estos cuatro principios serían suficientes para resolver los “casos fáciles” pero son insuficientes para los “casos difíciles”. Para éstos se requerirían principios secundarios, y con ello pasamos a la segunda premisa:

14. Los principios secundarios se derivan de los primarios. Ante la insuficiencia de la autonomía habría que apelar al principio del paternalismo justificado; de la insuficiencia del de dignidad se apelaría al del utilitarismo restringido; de la insuficiencia de la igualdad al del trato diferenciado y del de información al del secreto. Como  ejemplos de enunciación de los principios secundarios tenemos: Principio de paternalismo justificado: “Es lícito tomar una decisión que afecta la vida o la salud de otro, si este último está en situación de incompetencia y la medida supone un beneficio objetivo para él”. Principio del utilitarismo restringido: “Es lícito emprender una acción que no supone un beneficio para una persona, si con ella se produce un beneficio apreciable para otro u otros y se cuenta con el consentimiento del afectado”. Principio de trato diferenciado: “Es lícito tratar a una persona de manera distinta que otra, si la diferencia de trato se basa en una circunstancia que sea universalizable y produce un beneficio apreciable en otra u otras”.

15. No obstante, sea mediante principios primarios o secundarios, por su carácter de “inconcluyentes”, aún no sería posible resolver definitivamente un caso. Por tanto, además de los principios son necesarias las reglas, es decir, “un conjunto de pautas específicas que resulten coherentes con ellos y que permitan resolver los problemas prácticos que se plantean y para los que no existe, en principio, consenso”. Por lo tanto, el problema fundamental de la bioética no sería otro, que el de pasar del nivel de los principios al de las reglas. Este tránsito se puede ilustrar con unos ejemplos: a) ante la situación concreta de un paciente en estado terminal vegetativo, irreversible, el posible principio primario de la dignidad personal debe ceder ante el principio secundario del utilitarismo restringido que justifica la regla: “es lícita la eutanasia activa para evitar un mayor daño a los familiares y beneficiar a terceros con los recursos hospitalarios”; b) ante la escasez de órganos y la creciente demanda de los mimos, el principio primario de igualdad debe ceder ante el principio secundario del trato diferenciado que justifica la regla: “Es lícito preferir para un trasplante (suponiendo la igualdad en otras condiciones) al enfermo que pueda diagnosticarse una mayor cantidad y calidad de vida”.